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Espíritu Santo

El Poder del Espíritu Santo

El espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad

Cuando el señor Jesús subió al cielo, nos prometió que el Padre nos enviaría al Espíritu Santo, y con él recibiríamos poder.

En Ezequiel 36:27 dice: “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”.

El Espíritu Santo nos es dado a todos los que le somos fieles a Dios, le obedecemos y hacemos su santa y perfecta voluntad, sin cuestionarlo.

Para recibir al Espíritu Santo es necesario guardar las enseñanzas de Jesús y ponerla en práctica en nuestra vida diaria. De nada sirve aprenderse de memoria la Biblia, si no pone en práctica en su vida esas enseñanzas.

El Espíritu Santo solo le es dado a quien realmente lo desea; a quien lo busque intensamente.

En Hechos 1:8 dice: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.

Efectivamente, con el Espíritu Santo recibimos vida, pues con Él somos fortalecidos, somos llenos de Dios, tenemos dominio propio, nuestra energía se multiplica, aumentan nuestras ganas de vivir, somos sensibles a la voz de Dios, aumenta nuestro amor por el prójimo, sentimos placer de hablar de Dios, de predicar su palabra.

Con el Espíritu Santo tenemos paz interior y mucha tranquilidad, porque sabemos que estamos bajo la protección de Dios, y que Él nos cuida y nos protege de todo mal, y no va a permitir que nos falte nada.

El Espíritu Santo nos guía, nos enseña, nos da dirección para evitar que cometamos errores.

Con el Espíritu Santo siempre obtendremos victoria, porque Él nos lleva por camino correcto. Esto no significa que todo será fácil, al contrario, satanás tratará de evitar que lleguemos a nuestro objetivo, pero teniendo la plena confianza en que, si el Espíritu Santo nos está guiando, avanzaremos porque Dios limpia nuestros caminos y elimina cualquier obstáculo que se presente. 

En Lucas 4:18 dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos”;

Los que estamos llenos del Espíritu Santo se nos facilita divulgar la palabra de Dios, porque este es el principal propósito del Espíritu Santo; dar a conocer el evangelio a todos aquellos que están sufriendo y que reciban salvación.

El espíritu Santo nos facilita la vida con Dios, pues Él nos guía, nos direcciona, nos enseña, nos capacita, nos alerta del mal y nos ayuda para no caer en tentación.

La constante comunión con Dios nos permite ser sensible a su voz,

quien nos alerta de cualquier intento del mal en contra de nosotros.

Con el Espíritu Santo obtenemos una fe sobrenatural, una fe que para cualquiera es locura, una fe que hace mover montañas, que permite que nos ocurran cosas extraordinarias.